Danzas de Puerto Rico, Claudio Ferrer
A Claudio Ferrer no sólo se le recuerda como uno de los compositores puertorriqueños más prolíficos y exitosos – su obra abarca sobre 600 piezas de los más variados géneros –, sino también como una de las mejores segundas voces en la historia del cancionero popular antillano. De hecho, la mayoría de los conocedores lo clasifican entre los primeros tres boricuas dentro de tal especialidad, junto al ponceño Chago Alvarado y el santurcino Tito Henríquez.
Por otro lado, ejerciendo esta última faceta en dúos, tríos y cuartetos, así como frente a sus diversas formaciones (cuarteto, conjunto y sonora), se estima que Claudio Ferrer participó en no menos de 600 producciones discográficas acompañando a la mayoría de los artistas afincados en Nueva York, plaza donde desarrolló el grueso de su brillante carrera. Además, claro está, igualmente aportó su propia discografía, que es vasta y valiosa.
Este músico excepcional, de formación autodidáctica, era hijo de Ramón Ferrer y Antolina Cotto. A la edad de seis años fue a vivir con su familia a Bayamón, municipio donde transcurrió su temprana juventud y radicaba cada vez que, ya adulto, regresaba de sus prolongadas estadías en la Gran Urbe. Comenzó cantando décimas siendo niño y, a la edad de 13 años, se unió a un conjunto típico de su vecindad.
Ya a un nivel más formal y, como güirero, se vinculó al Conjunto Boricua del cuatrista Ladislao «Ladí» Martínez en 1926. En 1928, junto a éste, integró el Grupo Aurora – hasta entonces trío –, mismo que completaron Ernestico Mantilla (primera voz); Eladio «Yayo» García (segunda voz); Moncho Dávila (primera guitarra); Don Felo (guitarrista acompañante) y Rafael Boneta (mandolinista). Poco después sustituyó a García como segunda voz, cediendo su posición en el güiro a Patricio «Toribio» Rijos.
Fue con este colectivo que Claudio Ferrer grabó por primera vez, hecho que aconteció en septiembre de 1932 para la etiqueta Brunswick.