Estando Contigo, Marisol
Marisol
Marisol, Josefa Flores González, nació el 4 de febrero de 1948 en Málaga, (España), en la calle Refino, número 10, en un corralón típicamente andaluz en el que convivían más de cincuenta familias. Hija de Juan Flores y María González, pertenecía a una familia muy pobre (según ha dicho la propia Pepa), y aunque no pasaban hambre, sí pasaban fatigas.
Marisol es la mediana de tres hermanos, con María Victoria (que lleva tres años a Pepa) y Enrique (ocho años menor que Pepa, al que ésta cuidaba con adoración).
Compartían un solo baño para todas las familias que allí vivían. En la actualidad, dicho corralón de la calle Refino donde Pepa nació, fue derrumbado para construir un edificio. Juan Flores, el padre, organizaba fiestas flamencas en las que Pepita aprendía a tocar las palmas. Trabajaba en una tienda de ultramarinos. María González, la madre, era ama de casa.
Una de sus abuelas, Martirio, quería que bautizasen a la niña con su nombre, pero finalmente fue llamada Josefa en honor a su abuelo. Pepita o Pepi (como la llamaban los suyos) debutó en el pueblo Casarabonela interpretando la por entonces célebre “María Belén Santajuana”. Marisol faltaba a menudo al colegio al que asistía, Santa Teresa (colegio religioso), por ser aquéllos tiempos difíciles. Su enorme afición por el cante y el baile flamenco desde muy niña la llevan a adquirir una sólida formación en esos campos, integrándose en los Coros y Danzas de su ciudad natal En actuaciones con dicho grupo, solía ganar algún dinero, que entregaba en su casa a modo de ayuda.
En 1959, en un viaje a Madrid con su grupo de coros y danzas, Marisol fue descubierta por el productor de cine Manuel J. Goyanes, al verla por televisión en una de sus presentaciones en la Feria del Campo.
Fue la hija de éste la que avisó a su padre acerca de Pepita, diciéndole que quizá fuese ésa la niña a la que buscaba para la nueva película que estaba preparando. Éste averiguó sus señas y viajó hasta Málaga, negociando un par de horas con sus padres para que la niña hiciese cine. Finalmente, los padres aceptaron, y el cineasta les entregó 40.000 pesetas como señal. Las vecinas lloraron al despedir a la niña, que cogió un avión con su madre (su compañera de fatigas y acompañante) a Madrid.