AIN’T SHE SWEET 1927
Ah…! Los felices años veinte. Y no nos referimos a los actuales, los de este siglo, sino los reales, los felices veinte del siglo pasado, que cada vez que evocamos nos traen la imagen de hombres y mujeres elegantes en las pistas de baile moviendo brazos y piernas de manera enérgica al ritmo del “charlestón”, ellas vestidas con plumas y sosteniendo pipas imposibles a cuyo extremo humeaba un cigarrillo, mientras con la otra mano se llevaban a la boca una copa de champán.
En realidad, la denominación de “felices, dorados o locos años veinte” corresponde a un período de prosperidad económica que tuvo especialmente Occidente. Incluso podríamos acotar más si dijéramos que fueron Alemania, Australia, Canadá, Francia, los Estados Unidos y el Reino Unido los que mantuvieron ese nivel de vida que bautizó toda una década.
Como todas las épocas de bonanza económica, que crecía después de la primera guerra mundial a un ritmo que no se había conocido nunca, se generó una burbuja especulativa que dio al traste al explotar aquel “jueves negro” del 24 de octubre de 1929. Todo lo que sube, baja, decían los abuelos y el llamado “Crack del 29 trajo la “Gran Depresión”.
La expansión de los Estados Unidos se debió a una importantísima innovación técnica, lo que hizo que se obtuvieran más beneficios al disminuir los costos. En esa década dorada se popularizó el uso del teléfono, el automóvil y los electrodomésticos que eran demasiado caros, pero se había inventado “la venta a plazos”. Como no había que pagar en el momento, el consumo se disparó y todo el mundo se endeudó por encima de sus posibilidades. Cuando el gigante cayó, arrastró a todos los demás.
Pero mientras duraba la fiesta, las orquestas interpretaban sin parar una de las canciones que ha constituido la referencia sonora de la década dorada de los veinte: “Ain’t she sweet”, compuesta por Milton Ager, con letra de Jack Yellen, que fue publicada en 1927 y que se hizo inmensamente popular en los años posteriores. Ambos compositores fueron elegidos como miembros del Salón de la Fama y la canción ha tenido tantas versiones como podamos imaginar. Hoy escuchamos una de las clásicas de la época, la de George Jouvin Orquestra, que sirve para abrir la ventana que dedicamos a la memoria musical de la emigración europea hacia América durante la primera mitad del siglo XX. Mi nombre es Alberto Arija y esto es PASAJE DE IDA RADIO.